TRILLADORA MAGDALENA
- NostrAtelier
- 27 nov 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 6 feb 2019

Para aquellos que vivimos en Bogotá o saben lo que sucede con el clima capitalino, saben que de vez en cuando buscamos salir del caos y el estrés que puede producir la ciudad y tomarnos el tiempo de ir a tierras más cálidas y aunque cercanas a Bogotá pueden darnos justo la dosis de des conexión que necesitamos. El poder tomar un carro o bus que en dos horas nos traslade a climas acogedores, en donde un helado sea algo que agradecemos y no algo que evitemos, es así que podemos identificar el nombre de Girardot.

Girardot es una pequeña ciudad que se encuentra a la orilla del Río Magdalena, con un clima cálido que puede ser sofocante a veces, pero confortable en otras. Y esconde múltiples secretos dentro de sus calles. Uno de estos secretos es “La Trilladora Magdalena”, pero ¿cómo puedes encontrarla? El truco es, caminando. Ya sea a la sombra de los árboles, entre las aceras, tomando algo frío para refrescarnos y preguntando a sus amables personas sobre el Río Magdalena, es así que llegas a encontrar esta joya del pasado. Ubicada junto al río en donde se mezcla el fin de lo urbano y el inicio del agua, allí esta con su característico color amarillo una de las pocas trilladoras de café sobre la rivera del Magdalena que sobreviven al paso del tiempo.
Al acercarte descubres que, aunque sus fachadas se conservan, su interior deteriorado y triste no puede contarnos en detalle que pasaba allí en un pasado, ya que ahora es un parqueadero propiedad de un particular, que lo que decidió conservar fue el cascaron de la edificación y dejar en un interior un vacío y fresco espacio interior, que cuando entras te sientes pequeño por la ausencia de sus pisos superiores, que mirando un poco más en detalle se pueden ver que eran dos.
Sin embargo, queda la inquietud de saber ¿cómo llegó hasta este punto de deterioro, después de ser un eje de la economía local cafetera? para ello es necesario retroceder hasta aquel momento de gloria que vivió la ciudad a finales del siglo XIX e inicios del XX. La industria del café se concentró en tres ejes específicos: los Santanderes hacia 1880, Cundinamarca y Tolima entre 1880 y 1910, y finalmente en Antioquia y Caldas de 1885 a 1905. Girardot que pertenece a Cundinamarca, tuvo su inicio en la industria con la crisis del tabaco en 1875, junto con la disolución de resguardos indígenas que dejaban desprotegidos a un gran grupo de personas que empiezan a buscar empleo, y por si fuera poco un proceso de expansión ganadera que poco a poco termino con las pequeñas producciones agrícolas que existían[1].

Debido a la falta de estabilidad económica, comerciantes bogotanos comenzaron a invertir en haciendas cafeteras y compitieron con los hacendados de la Sabana por la mano de obra disponible; parte de la cual debía bajar a la zona cafetera en época de cosecha desde la planicie cundiboyacense, a lo cual se asociará el ferrocarril de la Sabana con el ferrocarril de Girardot [2]. Y se une un sistema de haciendas dedicadas a la producción del café con mano de obra indígena, pero ¿Qué hacían para sacar todo ese café que se producía en las haciendas? A principios del siglo XX, comienzan a pensar en un sistema como un cuerpo que necesita de cada una de sus partes para vivir, por eso el café era llevado a una serie de trilladoras que se construyeron sobre la orilla del río, en donde después de trillar el café y registrar su peso, se cargaba en vapores para comercializarlo por el Magdalena hasta llegar a Barranquilla.
Pero poco a poco los vapores perdieron su importancia y así la responsabilidad se heredó a los ferrocarriles, sin embargo, cuando la vida de la ciudad empezó a decaer, por la crisis de 1975, se perdió el propósito de la Trilladora.
Para ese momento la Trilladora tenía tres pisos y un sótano, se podía entrar por la calle a tu izquierda un sistema de escaleras en madera, que comunica con dos pisos que funcionaban como depósitos que se refrescaban por una secuencia de vanos. Mientras que al bajar las escaleras se trillaba el café, se embolsaba y se trasladaba a vapores, posteriormente a vagones del ferrocarril. Esta misma estructura se conservó hasta los años 80’s en donde se convierte en discoteca, lugar al que fácilmente fueron a bailar y divertirse nuestros abuelos, hasta llegar a lo que se puede ver ahora.
Aun después de todos estos años, cuando entras por el sótano a este lugar, puedes imaginar la vida, el movimiento y la forma en la que transcurría un día en los inicios del siglo XX y como en las noches de los años 80’s la vida nocturna inundaba cada piso y el volumen de la música hacia vibrar los cuerpos danzantes en el espacio. Y ahora el silencio y la tranquilidad es lo que se percibe en su interior, junto con un aire de nostalgia, que al asomarse por uno de los vanos frente al río no solo muestran el vacío y el cambio aún se puede sentir la vida allí.
¿No quieres experimentarlo?
BIBLIOGRAFÍA
[1] MACHADO, A. “El café en Colombia a principios del siglo XX”. Desarrollo Económico y social en Colombia siglo XX. Universidad Nacional de Colombia. Pag. 5 - 22
[2] OCAMPO, J. "Los orígenes de la industria cafetera, 1830-1929". Nueva Historia de Colombia Vol. V. Economía, Café, Industria. Planeta, Bogotá. 1989.
Opmerkingen